mon reflet violet

domingo, 26 de diciembre de 2010

todas las canciones hablan de mi

Pienso que el cuerpo es la forma más bonita que tiene el alma de expresarse. Que detrás de cada movimiento pedazo de alma que se distingue del resto.
Sentir el césped contra mi espalda, mis brazos, mis piernas; mi piel. El olor a cielo y flores profundo en mi pecho. La luz roja a través de los párpados. La calidez del sol sobre mi piel, sobre los pliegues de mis mejillas al sonreír, y esas finas lineas que se forman alrededor de mis ojos. Notar la presencia de un verbo al comienzo de cada frase de mi pensamiento, o, al contrario, esas frases que no tienen verbo.
Sin oírte, sé que estás a mi lado. Que me estás mirando. Que ya no me miras, y que me has vuelto a mirar. Se que también sonríes como yo. Pero es una sonrisa distinta, la tuya. La mia es de paz, de que me gusta que me mires. La tuya es de amor, de que te gusta mirarme.
Sabes que si me cojes la mano, mi momento de paz se estropearia. Si me dices te quiero, te amo. Si me confiesas, aunque yo ya lo sepa, que te gusta mirarme. Si te acercas. Si simplemente te mueves.
Por eso, he abierto los ojos, te he mirado, te he cojido la mano, me he acercado a ti y te he confesado que te quiero, te amo, que me encanta cuando me miras.

jueves, 23 de diciembre de 2010

de repente

Voy por la calle. Es de noche. Es invierno. Mi respiración hace halos de vapor en el húmedo y frío aire. Ha llovido hasta hace un momento y una sutil llovizna ha quedado suspendida desde entonces en el ambiente. Tengo prisa, voy rápido.

Voy por la calle. Es larga y esta alumbrada por ambarinas farolas. Distingo algunos sonidos. El fuerte golpeteo de mis pasos contra el suelo, el viento, una puerta lejana al cerrarse, otros pasos –más lejanos –, las hojas de las flores de las macetas al frotarse las unas contra las otras…

Voy por la calle. Y hay una mujer, una anciana, que camina por la misma. Caminamos la una hacia la otra. Camina despacio, con dificultad. La miro. La observo. Pequeña, gacha, encorvada. El pelo gris, lacio, marchito, recogido. Las manos estropeadas, manchadas, retorcidas. La piel arrugada, caída, lacia, desprendida, deslucida, pálida, ajada, vieja. Los ojos pequeños, enfermos, llorosos, afligidos.

Voy por la calle. Y esa anciana mujer que se ha cruzado hoy en mi camino, no me parece hermosa. Es vieja. Está estropeada, desgastada, deteriorada, ajada. Está marchita, mustia, arrugada.

Se me ocurre, por un instante, que esa mujer que se ha cruzado hoy en mi camino, pudo ser hermosa una vez. Pero yo hoy, no lo veo.

Voy por la calle. Aquella anciana mujer que se ha cruzado hoy en mi camino, está más cerca ahora. Camina despacio, con dificultad. La miro. La observo. Menuda, inclinada, escorada. El pelo cano, nacarado, fino, recogido. Las manos dañadas, delgadas, delicadas, férreas. La piel fina, nívea, perlina, suave.

Sigue siendo vieja. Sigue siendo anciana. Sigue andando inclinada. Pero esa mujer, que a lo lejos distinguía como pobre, mísera, y carente de belleza, es ahora la mujer mas hermosa que veré jamás.

Voy por la calle. Ya no tengo prisa, voy despacio.